Cambiando la propuesta de valor docente

Necesitamos profesores que se preocupen realmente por los jóvenes, y que actúen como sus guías, mentores, asesores, modelos de rol y facilitadores.

Cambiando la propuesta de valor docente

El siguiente artículo ha sido escrito originalmente para WISE ed.review. Para leer el artículo original en inglés, haga clic aquí. Sigue la actualidad de WISE en @WISE_es.

Este artículo es parte de una serie desarrollada alrededor del siguiente tema de debate: ¿La educación puede prescindir de los maestros? (parte 3 de 4).

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Sr. Dale Stephens
Fundador de UnCollege

 

 

 

Al aprender por tu cuenta, se pueden encontrar profesores informales en cualquier lugar.

Durante mucho tiempo he defendido que la profesión docente, tal y como hoy la conocemos, es algo obsoleto. Internet ha destruido su propuesta de valor; la figura del profesor ya no es necesaria para impartir conocimiento cuando este está libremente disponible. Así, pues, ya no necesitamos a los especialistas académicos que centran su trabajo en la impartición de contenido, aunque sus incentivos se centren en la realización de investigación con sentido. Esta es la situación actual de los profesores universitarios.

Lo que necesitamos a la desesperada, especialmente a nivel universitario, son profesores que se preocupen realmente por los jóvenes, y que actúen como sus guías, mentores, asesores, modelos de rol y facilitadores.

Los buenos educadores ya actúan así. Enseñan a los estudiantes cómo aprender, y no qué aprender. Inspiran a los que en un inicio no estaban automotivados para explorar temas que les interesan. Animan la investigación independiente. Se aseguran de que los estudiantes se diviertan en sus clases. Demuestran el valor inherente al proceso de aprendizaje.

El problema al que se enfrentan los estudiantes hoy en día es, simplemente, que hay insuficiencia de buenos profesores. Un número aún menor de estos están fácilmente accesibles a los estudiantes, aunque esta situación es algo mejor en los centros privados. En general, falta contacto personal, a pesar de las elevadas matrículas universitarias que pagan los estudiantes. Incluso habiendo más contacto personal, esto podría ser o no efectivo: los profesores universitarios reciben formación sobre las materias específicas, no sobre pedagogía.

Este es un problema que comienza en los institutos. En UnCollege, la organización que lidero, nuestro objetivo principal es preparar a los estudiantes para la vida. Más específicamente, preparamos a los estudiantes para aprender de forma autónoma. Si los profesores de secundaria no lo hacen, los estudiantes tendrán problemas cuando abandonen la escuela. Y estos se verán perjudicados, tanto si deciden ir a la universidad como si no. Si deciden ir, es muy probable que no estén preparados y los profesores tengan que solicitarles una y otra vez trabajos de recuperación. La situación puede ser desmotivadora para ambas partes.

Parece existir una desconexión entre el papel que se espera que desempeñen los profesores y el realmente desempeñado. Los buenos profesores a menudo desconocen que se hallan entre los pocos que realmente hacen que la misión de su vida sea ayudar a los estudiantes a disfrutar aprendiendo. La mayor parte son mediocres: se satisfacen con tan solo presentar el material de curso requerido y ya dan el día por bueno. Y, por si fuera poco, este material de curso requerido suele ser irrelevante para las situaciones de la vida real.

Esta es la realidad vigente de la profesión docente.

Desde luego, principalmente sucede así porque la remuneración de los profesores se basa en cuánta información pueden recordar los estudiantes y no en qué impacto ejercen en las vidas de éstos. Esta es la experiencia de muchos estudiantes universitarios.

La cosa es que los estudiantes quieren saber que controlan sus propias vidas. Los jóvenes son arrogantes. Claro que necesitamos consejo, pero ya lo pediremos nosotros. Aunque no sabemos qué nos depara el futuro, queremos tener la libertad para tomar decisiones propias e imaginar las cosas por nosotros mismos.

A causa de la estructura del centro universitario, los estudiantes a menudo pierden la motivación. Pueden sentirse confinados si tienen que asistir a clases que ellos no consideran relevantes para sus futuras carreras, o a clases que se imparten de un modo que nada tiene que ver con su manera de aprender. Aunque tienen la oportunidad de escoger profesores y asignaturas, es probable que sigan sin sentirse motivados si consideran el coste de oportunidad que los estudios universitarios representan: que los profesores con los que se encuentran en la vida real les enseñen de un modo más eficaz que sus profesores universitarios.

UnCollege reconoce el hecho siguiente: nos dirigimos a los estudiantes que reconocen que la profesión docente, tal como la conocemos, ya ha muerto; y a los que quieren aprender a aprender por sí mismos.

Estos estudiantes no convencionales también necesitan orientación. Todos la necesitamos. Sin embargo, no es necesario que pasemos tiempo en el aula para tenerla. De hecho, quiero desvanecer la creencia de que los profesores solo están en el aula. Lo contrario es cierto. Aprendiendo por nosotros mismos, podemos encontrar profesores no oficiales en cualquier lugar, y podemos centrarnos en aquello que realmente podemos utilizar. Puede conseguirse fácilmente mediante programas de prácticas en empresa, voluntariados o incluso asistiendo a eventos interesantes.

De hecho, por experiencia personal, puedo decir que a menudo se encuentran más profesores fuera del aula que dentro. He tenido mentores durante estancias de prácticas en empresa. He entrado en contacto con asesores recurriendo a mi red. He hallado modelos a seguir en muchos de mis colegas. Y estos «profesores» me han enseñado más que cualquier profesor medio que haya podido tener.

Entonces, me pregunto: ¿por qué pagar tanto dinero para que me enseñe un profesor ineficaz en el aula cuando no tendré problemas para encontrar profesores y cultivar estas relaciones en la vida real?

Visto el costo absurdo de la educación universitaria, esto es especialmente relevante. Los costos son desorbitados: en los Estados Unidos, el estudiante medio se gradúa con una deuda media imperdonable de 27.000 dólares.

Ir a la universidad únicamente para adquirir conocimiento ya no vale la pena. Y si nos fijamos en los tipos de exámenes predominantes en las universidades actuales, veremos que el conocimiento es aquello que no se ha previsto en el diseño de la profesión docente actual. Este conocimiento no se traduce en adquisición de la esencia. De hecho, de los estudios llevados a cabo se desprende que los estudiantes no muestran realmente una mejora en la capacidad de pensamiento crítico a pesar de pasar cuatro años en una institución cara. Este es el punto de partida de UnCollege: pagamos demasiado por el centro universitario y por aprender muy poco.

Los hackacadémicos -así denominamos a quienes dirigen su propio aprendizaje- reconocen que la educación se está desagregando rápidamente. Los cuatro componentes principales de la educación universitaria -conocimiento, comunidad, red y evidencias de aprendizaje- ahora pueden encontrarse, crearse o puede accederse a ellos fuera del sistema escolar tradicional. Es posible acceder en línea al conocimiento a través de plataformas de Cursos Masivos Abiertos en Línea (MOOC) o realizando algún tipo de prácticas de aprendizaje. La comunidad puede desarrollarse utilizando internet para encontrar y organizar eventos y asistir a ellos. Las redes también pueden construirse con la ayuda de diversas plataformas en línea. Las evidencias del aprendizaje también pueden crearse mostrando a los demás aquello que hayamos construido o acabado – nuestro progreso, si queremos llamarlo así-, en lugar de un simple documento impreso en papel.

Con una combinación de trabajo duro, autoconocimiento y determinación, es muy posible crear una educación que sea mejor o más interesante que la experiencia universitaria media. En este proceso, el estudiante puede construir fácilmente una red de compañeros de clase internacional, y un grupo de amigos y seguidores.

Esta es la pregunta que yo hago a los alumnos que finalizan los estudios secundarios postobligatorios: ¿por qué dedicar tanto tiempo y dinero para recibir enseñanza en una institución cuando cuidar de la propia formación puede tener mucho más sentido que conformarse con la que nos dan?

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